Todo tiene un límite.

¡Hola chicos!

¿Se acuerdan que en mi última publicación, les comenté que estaba feliz porque el papá de mi hijo se iría de la casa?

Bueno, hasta ahí todo va bien.

Pero ahora resulta que me convertí en la mala de la película porque su familia me está haciendo malas caras porque le dije por enésima vez que tenía que irse de la casa. Hasta mi hermano tuvo que intervenir porque lo que sería dos meses de alojamiento, se convirtió en dos años y eso ellos no lo ven. Yo no tengo por qué mantenerlo, ni costear sus gastos.

Si es cierto que me hace reír, pero su compañía me ha resultado demasiado cara.

Pero ¿Saben qué? No me importa lo que piensen. La verdad es que eres bueno mientras ayudas. Pero no lo agradecen y hasta piensan que es obligatorio. Asu que como no puedo complacer a todo el mundo, llegó la hora de complacerme a mi, diciéndole adiós!

Cuando se vaya (en un rato) voy a pintar toda la casa,, voy a cambiar de lugar los muebles y haré una limpieza super profunda para mover las energías. Luego, montaré la Navidad.

Gracias chicos por leerme y acompañarme mientras me desahogo.