RECREO PODCAST #01 - Validar las emociones [eng/esp]

Feliz instante.

A lo largo de mi crecimiento, viví bajo la premisa de que mis emociones eran algo que siempre debía ocultar o reprimir, especialmente porque a las demás personas les molestaba y, ese simple hecho empezó a generar en mí la misma sensación de molestia. Siempre que sentía que una emoción iba a resurgir dentro de mí, me enfadaba y buscaba la manera de disiparla, sin comprender realmente su origen.

Esto me llevo poco a poco a tener una vida bastante amarga, no me sentía segura ni dentro ni tampoco, fuera de mí. Me estaba convirtiendo en mi verdugo y, cada vez que alguna sensación se asomaba debía cortarla enseguida.

Evidentemente, a raíz de todo esto, me di cuenta de que yo misma me había convertido desde muy pequeña en una persona que no conocía a las emociones, que no sabía identificarlas y que, por lo mismo, no sabía como gestionarlas de una forma inteligente. Entonces cada vez que una emoción fuerte venía hacía mí, mi manera de gestionarla era explotando y aumentándola.

Esto me trajo demasiados problemas en mis relaciones interpersonales y, también en mi relación conmigo misma. Y os parecerá una locura, pero realmente no llegue a conocer el término de la validación de emociones sino hasta pasados los 19 años, casi llegando a los 20.

Para mí fue un reto bastante grande el pasar de reprimir mis emociones a validarlas. Me costó muchísimas más relaciones interpersonales y, muchísimas más explosiones emocionales, al punto de no saber controlarlas en absoluto.

Hasta que poco a poco tu cabeza empieza a reprogramarse y, entiende que aquella experiencia nueva ya no es una alerta, tu cerebro pasa de un estado de alarma a interiorizar que es sano para ti el incorporar ese nuevo hábito en tu vida. Había crecido como la niña que no podía llorar, que no podía expresar su disgusto y, que no podía permitir que sus emociones incomodasen a sus padres.

Y más allá de haberme enseñado a gestionar mis problemas por mí cuenta, sin ayuda de un adulto; me dejó completamente paralizada y con una ira acumulada en la garganta, porque sé que había algo dentro de mi cabeza que no podía salir por nada del mundo.

El trabajo para aprender a validar tus emociones te cuesta muchas lágrimas y mucha incertidumbre. Hay veces en las que en medio de ese proceso terminas viéndote como una carga e intentas disipar la situación. Y es normal sentirse así, toda rehabilitación tiene sus decaídas.

Hay personas que se crean una coraza e intentan convencer a todos a su alrededor que enfrentar una emoción es una perdida de tiempo. Cuando es todo lo contrario, las emociones te permiten agudizar tus sentidos y también tu instinto.

Pienso que gestionarlas, entenderlas y trabajarlas de forma inteligente, es lo que más nos permite crear vínculos afectivos sanos con las personas, porque somos capaces de enfrentar las situaciones desde la neutralidad, con conciencia e inteligencia.

Además de que validar a nuestras emociones es un punto muy clave para conocernos como personas, saber el trasfondo de muchas de ellas, el por qué se presentan tan a menudo o a veces, tan poco.

Lo cierto es que ahora soy una persona que se permite sentir y converso mucho conmigo misma, dígamos que he aprendido a cumplir el papel de una madre para esa niña herida que no comprendía el por qué debía reprimir tantas cosas dentro de sí. Esto no quiere decir que no quiera a mi madre, en absoluto, la amo. Pero hace un tiempo comprendí que, cuando nos convertimos en adultos, uno de nuestros papeles más importantes es el de responsabilizarnos por nuestro niño interior, que aún se encuentra dentro de nosotros, porque es el que nos da la chispa de la vida, la creatividad y la libertad en nuestra adultez.

Todo éste proceso, también me enseñó a mejorar mi dialogo interno. Antes, la conversación siempre era negativa, nunca había nada bueno por debatir en mi cabeza y, el abreboca principal era el juicio personal. Con el tiempo y, entre tanto trabajo dentro de la soledad, entendí que debía tratarme con compasión, con amor y paciencia, porque el hecho de desconocer algo no me hacía merecedora de represiones.

Es tan importante hacer una tregua con nosotros, limpiar nuestros espacios y mantener una paz inquebrantable para poder enfrentarnos al mundo con armonía y amor. Y aunque queramos o no, las emociones son parte de nuestra humanidad y debemos integrarlas a nuestra vida, con sabiduría, porque agudizan nuestro instinto y también, refuerzan nuestra propia empatía.

Y no he llegado a ésta conclusión en un solo día o en un mes. Aún a día de hoy sé que me faltan muchísimas más cosas por aprender y que el camino continuará siendo largo y algunas veces será tedioso, pero lo acepto con amor, porque todo lo que venga de ahora en adelante será para que el día de mañana, seamos mejores personas.

Gracias por haberme escuchado en éste pequeño instante y, haber tomado parte de tu tiempo para reflexionar junto conmigo. Recuerda que el camino correcto es el que siempre te lleva a la paz, un beso.