Hace pocos día escribí un poema que generó conversaciones y comentarios de otras personas diciéndome que se sentían de la misma manera. Parece ser que el ruido se ha estado apoderando de muchas mentes, atormentándolas, hiriéndolas cuando la batería del optimismo se agota.

Este lo dediqué a las voces del silencio, a las que llegan cuando solo ese silencio se vuelve bullicio, a cuando la mente comienza a hablar con improperios sobre la fortuna que no se materializa, o sobre el grito que irrumpe al insomnio para robarte el descanso.

La poesía la titulé:

RUIDO