Auxilio... No me Ayuden

No siempre podemos ayudar a quien lo necesita y eso es algo desgarrador, en especial cuando se trata de personas a quienes les tenemos afecto.

Si añadimos a ello que son seres a quienes admiramos, el sentimiento de aflicción e incomprensión se apodera de uno. No hay labia o doctrina de convencimiento al que uno abogue que los saque de ese letargo. Nos toca insistir en ayudar o renunciar a ese apoyo y esperar a que lo mejor sea lo que les suceda.

A veces, nos topamos con momentos donde uno tiene la mejor intensión de socorrer a un amigo o familiar y este simplemente te deniega la acción. Y no se trata de que te responda de forma cortés o molesta, lo que frustra es que, pareciera, que ya han decidido caer a un lugar más hondo y oscuro de donde tú pretendes impulsarlos a salir.

De este tema va la reflexión de hoy, la grabé mientras esperaba a mi hermano que había compras y aunque no tengo la indumentaria, peinado y lugar más correcto para transmitir mi idea, las palabras me fluyeron con la intensidad e intención sobre lo desgastante que es ese proceso.