Cuando trabajamos con niños debemos usar el buen tacto requerido para dirigirnos al público menudo, la intención de comprenderlos en sus necesidades de ver, de sentir, de crear, de soñar, y fundamentalmente de jugar, porque todos los niños son creadores en potencia y su ocupación es el juego.

     A un niño le basta un trozo de palo y un pasillo para galopar en un caballo por una pradera anchísima. Le basta con invertir una silla para tener un camión que, con el influjo mágico de su imaginación, lo echa a andar moviendo sus controles y palancas imaginarias con destreza inequívoca.

     Entonces, es allí donde se requiere el talento y la sensibilidad de un docente ameno y preparado para que interprete ese mundo mágico en que se mueven ellos con sus símbolos.

     No somos quien para pretender crear mejor que los niños.

1. Debemos dejar que ellos miren su universo interno en toda su dimensión, sin restricciones, y de esa manera nos lo cuenten.

2. Debemos dejar que jueguen con el lenguaje, que diseccionen la palabra para ver qué tiene dentro, que transgredan las reglas de lo racional y de lo lógico y nos muestren su propia realidad.

3. Dicho de otra forma es darles libertad, pues el goce estético que se desprende del arte pudiera fenecer si lo atamos con técnicas que se inclinen solamente por la búsqueda de un saber formativo.

     En este post presento una nuestra de mis talleres de formación con niños. La actividad consistía en inventar un cuento y contarlo. Primero les expliqué lo que debían hacer; les narré algunos ejemplos, y luego los dejé trabajar con su imaginación. Algunos pintaron la historia y la contaron, otros solo la contaron y hubo quien la escribió. La meta que me pidieron para la actividad fue que lograra que se expresaran libremente a través de la literatura, y eso hicieron; en el vídeo una de las niñas haciendo su entretenido ejercicio mientras los otros esperan su turno.

     Concluyo diciendo que los niños son capaces de hacer más de lo que se les pide, lo único que necesitamos es valorarlos y comprenderlos en sus capacidades de producir, de inventar, de echar a volar a su imaginación.