Hoy es día de descanso acá en Miami, a donde viajé desde Orlando el Jueves pasado ¿La razón? Asistiríamos mi hijo y yo al concierto en el James L. Knight Center de ésta ciudad, donde cumpliríamos uno de los sueños largamente acariciados: ver a Rubén Blades en concierto.

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      Llegamos 15 minutos antes de la hora pautada (8:00 p.m. hora local) y había mucha gente, pero no la suficiente como para pensar que el recinto estaría lleno, cosa que nos extrañó. Pero...siempre hay un pero, resulta que la mayor cantidad de personas asistentes eran venezolanos y ya sabemos como somos con la hora los de nuestro gentilicio.

      El concierto arrancó a la 8:20 de la noche y para ese momento, ya la sala mostraba un 80% de ocupación, cosa que terminó cambiando conforme avanzó Rubén con la tercera pieza, donde la sala se mostró a reventar: sold out como diría un estadounidense. El maestro panameño tocó Caminando del albúm del mismo nombre y que significó su debut con el sello Sony Entertaiment, en 1.991.

      El ambiente del concierto fue íntimo a pesar de la cantidad de gente y ésto fue así, porque Rubén se ocupó de hablar entre canciones. Indicaba por qué había escrito tal o cual canción, cual eran las circunstancias que le habían empujado a escribirla, quienes habían sido sus influenciadores y los detalles intrínsecos que muchas veces no salen a la luz o que el público ignora de algún modo u otro.

      La energía desplegada en el escenario fue la correspondiente a la de un hombre de 73 años, cuestión que él quiso subrayar con una anécdota simpática: el escenario tenía pintada una raya verde cerca del borde delantero desde donde cantaba y la habían puesto allí porque se había caído la noche anterior al no poder ver por donde caminaba. Es decir, el tipo se humaniza delante de su público.

      La iluminación del escenario fue de categoría mundial, detrás de la Big Band se encontraba una pantalla de LED en la cual pasaban escenas del mismo concierto o cortes audiovisuales relacionados con la canción que se estaba tocando. Los reflectores hacían un excelente espectáculo de luces que se acompasaban con la música de una manera insospechada y con una calidad digna de una estrella de su talento.

      El sonido fue algo de otro mundo. Me explico, tuve la fortuna de asistir hace muchos años a un concierto que el brindó junto a Marc Anthony en la ciudad de Valencia, estado Carabobo en Venezuela, pero fue al aire libre y eso hace que el sonido se disperse, además que las notas musicales no suenan igual.

      Nada como una sala de conciertos para que esto cambie. La acústica del teatro me dejó pasmado. Y la Big Band sonó como la mejor que haya escuchado alguna vez en mi vida. Los solos en las canciones Todos vuelven y Buscando América fueron de antología, sobre todo la conga en la primera canción nombrada y el timbal en la segunda.

      El público mayormente sentado durante el concierto no pudo quedarse sentado cuando estalló Pedro Navaja, culminada ésta, sucedió el momento incómodo: Rubén denuncia las dictaduras latinoamericanas (ustedes saben cuales son) y un tipo del público estalló en improperios al maestro. Obvio, perdió el valor de su entrada y fue sacado por la puerta de atrás.

      Otra de las cosas que me sorprendió fue la cantidad de venezolanos presentes, sin temor a equivocarme puedo asegurar que la mayor parte de la sala eran compatriotas. Todas las veces que el maestro mencionó nuestro país, la sala estallaba en vítores y aplausos de una manera increíble. Parecía que el concierto era en Venezuela.

      La sencillez que mostró Rubén y la conexión con nosotros (su público) fue proverbial. Se pregunta uno porqué este tipo de seres humanos extraordinarios no guían el destino de nuestras naciones. Un talento sin igual que despejó algunas dudas que me quedaron del primer concierto que ví, porque su voz no parecía estar en condiciones de seguir cantando.

      Y ello sólo contribuyó para decir que tenemos maestro Rubén Blades para rato. Existen días mágicos para cada quien. Compartir un concierto de música con uno de tus hijos es indescriptible. Lo hice con los dos primeros y me falta hacerlo con mi tercer hijo. La vida nos de la oportunidad de lograrlo, mientras, éste post queda como testimonio de uno de los grandes músicos de la historia del género musical latino.

     Aché.

_{Todas las imágenes y vídeos son propiedad del autor, tomadas con SmartPhone
MOTO G9 Plus en el James L. Knight Center, Miami, Fl}

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     ¡Gracias por leer..!

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